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La necesidad del marketing en el flamenco

¿Compensa el ahorro en marketing? Pura cuestión matemática

En los últimos tiempos se han hecho numerosos estudios sobre economía de empresa, y en todos ellos se ha demostrado la importancia de la tarea del marketing comercial en la andadura de un producto. En el flamenco, o mejor dicho en la industria cultural flamenca pasa exactamente lo mismo. Muchas veces nos hemos preguntado por qué un artista, o un espectáculo triunfaba “o se vendía” y otro no, cuando en ocasiones tenía mayor calidad y profesionalidad.


Para cualquier empresario el diseño del éxito comienza en el diseño del producto, pasando por la selección y diseño de la producción, el establecimiento del plan de trabajo, la fijación de los objetivos a corto y a largo plazo, localización y una buena distribución.

Pues en el flamenco pasa exactamente lo mismo, el intérprete de cualquiera de las disciplinas debe de ser en sí mismo un producto, y posteriormente debe plantearse que el disco o el espectáculo que presenten debe estar en consonancia a unos objetivos previamente fijados.

El flamenco, entendido como persona, debe tener presencia y saber estar (cosas que a veces brillan por su ausencia), no sirve de nada un flamenco que llega dos horas tardes, o que llegado el momento se toma más de tres copas llegando a perder la compostura, tiene que saber venderse.

Por otra parte, el producto que ofrece el artista, debe ser estudiado al más mínimo detalle, pensando que es lo que quiere hacer y ofrecer, a que publico irá dirigido, los medios con los que cuenta y como lo hará, y lo que casi siempre se deja atrás el cómo se promocionará y venderá.

Esta última opción, la mayoría de las veces olvidada o dejada a la mano de Dios, es uno de los pilares del triunfo de nuestra empresa y normalmente la asociamos a compañías de gran nombre o producciones con un importante desembolso económico. Pero, ¿hay profesionales que realmente realicen este trabajo con eficiencia o es el artista el que deberá ocuparse de esos menesteres?

Lo que no cabe duda, es que cada día, la formación del artista ocupa un lugar más importante, siendo necesario no solo el formarse en la disciplina artística, sino también en todo aquel ámbito que le permita el acceso a un mejor resultado empresarial; y en caso de no ser posible, el rodearse de auténticos profesionales en cada especialidad suele ayudar bastante.

Asesores laborales, promotores, publicistas, diseñadores, etc., son parte de ese equipo de profesionales que permitirán tener más cerca el éxito, ya que pertenecemos a una estructura social queramos o no. Como todo en esta vida, estos servicios también tienen un precio, y ese coste es lo que el artista debe sopesar, valorar si la inversión en profesionales que faciliten la consecución de nuestros objetivos, compensa económicamente. Realmente, es una cuestión puramente matemática, si invierto dos y gano siete, claro que compensa, pero deberemos debido a factores externos asumir un riesgo inherente, y no mirar el euro.

Si buscamos la permanencia y el bien del flamenco, ya sea industria o bien inmaterial de la humanidad, debemos ser conscientes de la realidad económica que nos rodea, asumiendo que la profesionalización de este arte como cualquier otra empresa, lleva asociado unos gastos que deberemos de asumir como imprescindibles, ya que si no, volveremos al flamenco de pandereta en el que siempre estarán “los cuatro vivos de turno” que seguirán vendiendo “su flamenco”.

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